Maestrantes:
Gilberto Guerien Batiste
Cesar Nolberto
En esta nueva fase de la historia dominicana
somos afortunados de poder escribir y expresar nuestros criterios sin el
temor de ser asesinados como sucedía en la época de 1930 a 1961. La Era de
Trujillo es el caso en su totalidad de la mayor distribución de encierro verbal por la que ha cursado la
historia dominicana. Hablar de la era de Trujillo es tratar de imponer la
verdad sobre la mentira a lo cual ameritamos trabajo en si, ya que trataremos puntos claves en el desarrollo del trabajo que nos mostraran brevemente como era
el gobierno en ese entonces y como maneja al pueblo que
con temor asumía todo lo que decía el tirano.
Esperamos cubrir algunos de los puntos más importantes en esta amplía época y más que todo sea de su agrado pues además de esto hemos incluido en análisis de dos (2) historiadores que tomaron en cuenta “La Era de Trujillo” para analizar, enfóquese en lo que ellos le pareció lo mas importante de dicho periodo en la República Dominicana, junto a sus conclusiones después de analizar este periodo exhaustivamente.
La era de Trujillo es el largo periodo de 31 años que sigue al horacismo a partir de 1930. Se caracteriza por el militarismo, el unipersonalismo y el despotismo de su máximo caudillo y exponente: Rafael Leónidas Trujillo Molina. Su aparición y ascenso político se vincula a una serie de factores como fueron:
1.
La ocupación estadounidense.
2.
El ejército policiaco que creo dicha ocupación.
3.
El favoritismo horacista que permitió su ascenso militar.
4.
El acaudillamiento que consiguió en las filas del ejército nacional.
5.
Sus características personales.
6.
Su vinculación con el movimiento cívico que, planteando la necesidad de un "hombre nuevo", produjo el derrocamiento del
"viejo político" Horacio Vázquez.
Cuando se produjo la ocupación de
1916, las tropas invasoras se dieron la tarea de neutralizar las luchas armadas
del país. El gobierno ocupante creó por ordenanza un cuerpo militar destinado a
mantener el orden posteriormente, dicho cuerpo fue llamado Policía Nacional, y
para el entrenamiento de los soldados se estableció la Escuela Militar en Haina.
La relación de Trujillo con la ocupación estadounidense no solo tiene que ver con la formación militar que consigue sino también con los vínculos que establece con los altos oficiales de la Guardia Nacional. Estos al parecer vieron en el "teniente Trujillo" al "hombre nuevo" que necesitaba el país, y por tal razón lo recomendaban, lo alababan y lo ascendían. Este ascenso se efectúo durante el gobierno provisional de Vicini Burgos.
La promoción militar de Trujillo no solo fue favorecida por los norteamericanos en Santo Domingo, sino que fue resultado de su personal astucia y habilidad para ascender políticamente, como también del beneplácito que consigue de Horacio Vázquez, quien en pocos meses le otorgó el rango de Teniente Coronel, Jefe de su Estado Mayor y Comandante Auxiliar de la Policía Nacional. Su designación como Coronel Comandante convirtió a Trujillo en el punto de apoyo militar en que supuestamente descansaba el gobierno horacista; y tal designación fue decisiva para el papel que desempeño en la caída de ese mismo gobierno.
El despilfarro y la corrupción administrativa caracterizaban al gobierno de Horacio Vázquez; cuando éste mostró sus deseos continuistas o reeleccionistas, se produjo la "Revolución de Santiago" que provocó el golpe de Estado del 23 de febrero de 1930. El movimiento armado era instigado por Rafael Estrella Ureña, pero contaba con el apoyo del Jefe del Ejército. Rafael Leónidas Trujillo, quien había proporcionado armas y equipos bélicos. Hasta el último momento, Trujillo encubrió su respaldo a la "revolución" fingiendo lealtad al gobierno.
La penetración de fuerzas "revolucionarias" en Santo Domingo creó un ambiente de agitación. Tiroteos, consultas y resistencias entre bandos horacista y revolucionario provocaron la renuncia del presidente, y su rápida salida hacía Puerto Rico, donde regresó tiempo después para radicarse en la población de Tamboril, y pasar allí los últimos años de su vida. La renuncia de Horacio Vázquez originó una situación conflictiva entre los aspirantes a sustituirle. Los más visibles y fuertes contendientes eran Estrella Ureña y Trujillo, ambos inferidos por representantes diplomáticos de los Estados Unidos. Finalmente la elección recayó en Estrella Ureña, quien hizo su juramento ante el congreso para gobernar hasta que se celebraran elecciones.
A partir del juramento del nuevo presidente, ocurrido el 3 de marzo de 1930, se produjo una coalición de banderas políticas que originó la confederación de partidos bajo la fórmula "Trujillo, Presidente; Estrella Ureña, vicepresidente." El único partido Nacional Horacista, que movilizó su poderosa militancia y buscó la postulación de Vicini Burgos. Pero al negarse éste, buscó entonces la alianza del partido progresista y lanzó la fórmula "Velázquez, Presidente; Ángel Morales, Vicepresidente". Al convocarse las elecciones para mayo de 1930, Rafael Leónidas Trujillo dirigió su manifiesto público aceptando definitivamente su postulación y señalando entre otras cosas: "no hay peligro en seguirme, porque en ningún momento la investidura con que pueda favorecerme el resultado de los comicios de mayo servirá para tiranizar la voluntad popular a la cual yo sirvo en este momento y a la que serviré lealmente en el porvenir".
Para su campaña Trujillo realizó
un recorrido por todo el país comenzó por Montecristi. Le acompañaba Rafael
Estrella Ureña y el cacique Desiderio Arias. Mientras la confederación de los
partidos que auspiciaban su postulación se movía libremente en campaña, la
Alianza Progresiva era la coartada por grupos de militares. Tanto Velázquez como Morales
tuvieron que desistir de sus propósitos eleccionarios, al ser víctimas de un
atentado de muerte que los obligó a tomar el exilio. De esta
manera, quedó abierto el camino para la "Confederación de Partidos",
para sus candidatos, y especialmente para Trujillo. El 24 de mayo la Junta
Central Electoral legalizó el proceso declarando triunfadores a Trujillo y a
Estrella Ureña. El 16 de agosto se juramentaron ambos, constituyendo esa fecha
el punto de partida de la Era.
Cuando Trujillo asumió el poder,
la situación económica era pésima en todos sus aspectos. Por un lado las aduanas, las entidades bancarias y las empresas importantes eran controladas por los
inversionistas de Estados Unidos. Por otro lado el Estado no contaba con reservas monetarias, a lo que
se añadieron los efectos económicos que produjeron el ciclón de San Zenón y
la depresión económica mundial de 1929. La situación dio
lugar a que el gobierno promulgara una ley de emergencia en 1933, a través de la cual
procuró negociar en 1934 el reajuste de la deuda externa. Con ambas medidas comenzó a delinearse la
política económica del gobierno, explicada como "un sistema capitalista particularizado" que
descendió al nivel de propiedad personal, pues Trujillo fue convirtiéndose en
el gran propietario territorial al mismo tiempo que hacía de la dictadura el instrumento para llevar a cabo su empresa económica dentro de un marco jurídico. Al
respecto se ha señalado que el gobierno era sólo el servidor legal de la empresa; el ejército, la policía de la empresa; y el
territorio nacional el ámbito de la misma, y el pueblo era el trabajador, el
productor y el consumidor forzoso de esa empresa. Como lo agropecuario
era la base de la economía dominicana, el gobierno trazó un plan de fomento agrícola que incluyó la creación
del servicio de investigaciones en la rama, y un sistema de colonización
agraria a base de colonos nativos e inmigrantes que procedían en su mayoría
de Europa. El proceso de mejoras agropecuarias llevó a que
le régimen se lanzara a la expropiación violenta de las tierras y los bienes de sus adversarios.
En el plano financiero, la política de Trujillo se manifestó desde los años 30 por un deseo de autonomía respecto de los Estados Unidos. Ese deseo comienza a percibirse en 1932 cuando se sustituye el dólar por la circulación del peso dominicano equiparado con este. El primer banco de capital nacional creado por el gobierno fue el Banco de Reservas, establecido mediante la compra de las sucursales del Nacional City Bank. El Banco de Reservas comenzó sus operaciones con un millón de pesos con un carácter comercial y depositario de los fondos oficiales. En 1947 se produjo la creación del Banco Agrícola e Hipotecario con muy variadas funciones, tales como la de "efectuar créditos a corto plazo destinados al fomento de la agricultura, la ganadería y las industrias, y de manera especial a favor de personas de modesta capacidad económica".
En el plano financiero, la política de Trujillo se manifestó desde los años 30 por un deseo de autonomía respecto de los Estados Unidos. Ese deseo comienza a percibirse en 1932 cuando se sustituye el dólar por la circulación del peso dominicano equiparado con este. El primer banco de capital nacional creado por el gobierno fue el Banco de Reservas, establecido mediante la compra de las sucursales del Nacional City Bank. El Banco de Reservas comenzó sus operaciones con un millón de pesos con un carácter comercial y depositario de los fondos oficiales. En 1947 se produjo la creación del Banco Agrícola e Hipotecario con muy variadas funciones, tales como la de "efectuar créditos a corto plazo destinados al fomento de la agricultura, la ganadería y las industrias, y de manera especial a favor de personas de modesta capacidad económica".
A la creación de estos bancos siguió la de otros que operaban con capital nacional como el Banco Central y el Banco de Créditos y Ahorros. Estas entidades mejoraron de manera notable las actividades comerciales y transformaron el sistema económico, pero la mayor parte de los beneficios eran depositados en las cuentas particulares de Trujillo como monopolizador que era de los negocios dominicanos. Estas monopolizaciones tenían que ver en parte con los productos de consumo nacional: la carne, la leche, la sal, el arroz, la explotación de madera, etc. en algunos casos Trujillo no se adueñó totalmente de ciertas producciones, como ocurrió con la carne y la leche, dada la tradicional fortaleza de los terratenientes y hacendados de la sociedad dominicana; pero en cambio, reguló con exclusividad de su distribución a través de la Central Lechera Dominicana y de la Ganadería Industrial Dominicana. Para monopolizar la distribución de la carne y la leche, Trujillo acudió a la promulgación de leyes para eliminar los competidores; como también acudió a la ley para incrementar la producción de arroz, alimento básico del pueblo dominicano. La mayor parte de este renglón de consumo era importado. Trujillo puso un fuerte impuesto a la importación mientras dedicaba extensas áreas de terrenos expropiados a su siembra. No solamente logró con el arroz el abastecimiento interno, sino unos excedentes que permitieron ampliar el comercio de exportación. A través de un pequeño cabotaje, Trujillo también monopolizó las exportaciones. El plan trazado por el gobierno de Trujillo para el desarrollo económico abarcó el sector industrial que fue nacionalizado, ampliado y particularizado. Del sector industrial, el área azucarera estaba manejada casi exclusivamente por empresas extranjeras. Trujillo decidió tener el control de los ingenios my creó la ley de defensa del azúcar que le permitía adquirir la mayoría de las centrales azucareros, lo cual logró a base de fuertes impuestos y de una inmensa campaña de presión. "La culminación de la campaña de Trujillo adivinó la compra del emporio West Indian Sugar a fines de 1956 y la ratificación de esa operación en enero del 57". Fueron cinco ingenios comprados por Trujillo, más el Santa Fe, de la South Porto Rico Sugar. Las empresas de Trujillo, Azucarera Haina, Azucarera Nacional y Azucarera Yaque, pasaban a controlar desde entonces catorce de los dieciséis ingenios existentes.
El incremento de las zonas
cañeras en el área de Santo Domingo produjo un efecto contrario al programa de "dominicanización", ya que
conllevó la contratación de miles de braceros haitianos para ser utilizados
durante el corte de la caña. Muchos de esos braceros no regresaban a su país, y
al quedarse en el territorio nacional provocaban el aumento demográfico. La
utilización de haitianos en la industria azucarera demuestra que el "nacionalismo" de Trujillo estaba condicionado a sus
intereses particulares. Paralelo a la monopolización del azúcar, se tendió a
cubrir otros aspectos industriales de gran significado, pues se procuraba
siempre sustituir la importación, auspiciando las necesidades internas. Para
los últimos años de la década del 40, y durante la década del 1950, los
establecimientos industriales no solo se triplicaron en comparación con otros
períodos, sino que cubrieron renglones variados: alimentos, bebidas, cigarros, textiles, impresos, muebles,
calzados, máquinas, vidrio, corcho, productos minerales, artículos eléctricos, construcción y reparación de materiales de transportes, etc. la mayoría de estas
industrias operaban ya como compañías privadas (cuyos gerentes o propietarios
representaban casi siempre los intereses de los Trujillo) o bien compañías del
estatales. De todas maneras la industrialización permitió el que desarrollo
capitalista se moviera en dos direcciones. Por un lado aumentó la fortuna del
tirano y de sus familiares, y por otro lado amplió algunos niveles sociales
polarizados en dos grupos: el proletariado y la burguesía. Ambos determinaron
una correlación entre las relaciones de producción y el aglutinamiento social
de diferentes grupos, cuya estructura real se percibió con mayor claridad luego de
derrocado el régimen del trujillato. La industrialización también provocó un
aumento poblacional desproporcionado en Santo Domingo, al propiciar el éxodo de
habitantes de diferentes lugares del país a dicha ciudad, por concentrarse en
ella la mayoría de las industrias.
Hay que destacar que dos aspectos
del desarrollo educativo producidos durante la Era de Trujillo. Apreciar la
estructura del sistema de enseñanza, y tomar en cuenta que al lado de la instrucción o
formación académica se desarrollaba una orientación o formación de variados
matices. La educación fue ampliamente expandida y sus mejores
logros se relacionaban al interés que mostró el gobierno para dotarla de los mejores
medíos y recursos, empezando por el humano. En un principio, la
superintendencia general de la enseñanza estuvo bajo la dirección del humanista dominicano Pedro Henríquez
Ureña, y llegó a contar con equipos técnicos de planificación que como la misión chilena dotó a la organización y programación educativa nacional de la filosofía más avanzada en América. La
expansión educativa y sus mayores logros tuvieron que ver con la edificación de
recintos escolares, y con una amplia campaña de alfabetización. Aunque los
resultados de dicha campaña fueron exagerados por la propaganda, puede pensarse que mejoraron el nivel de la
sociedad. Estructuralmente, el sistema educativo comprendía los niveles
primarios, intermedios y secundarios. El planeamiento respondía al modelo creado durante el período de la intervención
de 1916-1942, pero con algunas variantes como lo fue la enseñanza especial que
mereció la atención y el interés gubernamental en conformidad con
el planteo de algunas demandas acrecentadas durante la Era. Entre los tipos de
enseñanza especial estaba la vocacional que respondía a la necesidad de obreros
técnicos; la educación dirigida
hacia la formación diplomática; y la educación en oficios y bellas artes. Otra variante fue la enseñanza para la formación
de maestros, ampliada cuantitativamente para complementar el crecimiento de la
escolaridad, cuyos resultados no fueron tan buenos desde el punto de vista
cualitativo. Innovaciones significativas fueron las academias militares, en
especial la de cadetes, para las cuales se escogieron los mejores maestros de
todo el país; y la escuela para trabajadores, denominadas "Universidades
Libres" y cuyo planeamiento obedecía a un horario nocturno. En líneas
generales, la enseñanza conlleva un régimen disciplinario riguroso que envolvía
tanto a escuelas públicas como privadas. Lo disciplinario incluía el
adoctrinamiento como en el caso de las escuelas primarias, y la sumisión como
en los casos de los niveles intermedios y secundarios. Aunque los programas comprendían una gama variada de conocimientos
científicos y humanísticos bien planeados, un objetivo primordial era lograr la adhesión al régimen
a través de mecanismos trujillizantes infiltrados, traspuestos y obligados
mediante un clima educativo y algunos tópicos de los programas
de la metodología de la enseñanza. En este sentido puede
señalarse que la educación era anti-democrática debido al fomento exclusivo del
trujillismo en las aulas, y anticientífica, porque no se ajustaba a un análisis racional o sociológico. El aseo, la
uniformidad y la puntualidad eran reglas disciplinarias como el canto escolar
al izar la bandera, las marchas, los concursos literarios, y la celebración de
efemérides. En la dirección de cada plantel escolar, en las entradas, en los
pasillos y los salones de clases, el retrato de Trujillo era parte primordial
de lo trujillizante, que por lo regular también se fomentaba constantemente en
clases. Cada maestro al iniciar la enseñanza solía escribir una idea alusiva a
Trujillo o a su Era conjuntamente con la fecha, mientras que en el patio grupos
de estudiantes ejercitaban marchas militares. Por otra parte, en algunos
salones el tema del día era la lectura de composiciones al Benefactor, como parte
del nacionalismo chauvinista que se fomentaba, y que siempre tendió al cultivo
sistemático del odio contra el revolucionario o el opositor exiliado, pero en
especial "dirigido a crear un estado psicológico de guerra contra la vecina república de Haití", lo
que servía al régimen "para justificar la existencia de un ejército de más
de 20,000 hombres como para mantener explotadas las masas trabajadoras
negras". La contraparte al antihaitianismo fomentado por la vía de la
enseñanza lo era la propaganda unilateral de la hispanidad, respecto de la cual
opinaba el mismo Trujillo: "En nuestra asociación íntima con España, fuente de donde brotan las energías espirituales
y el vigor inexhausto que nos permitirían construir un bloque invulnerable a
toda filtración foránea, reside no solo en nuestra propia salvación sino
también, en parte esencialísima, la de todo el Occidente cristiano. De ahí la
necesidad de que no haya ese frente fisuras por donde pueda el comunismo, y de ahí también el deber que tenemos de eliminar
todas las diferencias que puedan existir entre nuestros países y la Madre
Patria, como consecuencia de discrepancias ideológicas o situaciones
forzosamente pasajeras". Estos criterios explican en parte la insistencia
en blanquear los caracteres de la negritud dominicana mediante programas donde
el hispanismo no solamente quedo en la propaganda ideológica y en nexos estrechados
con el régimen del franquismo español, sino en el fortalecimiento de los valores hispánicos a base de atraer refugiados y
emigrantes procedente de la Madre Patria. Los refugiados influyeron
notablemente en la enseñanza universitaria.
La educación universitaria
mereció durante la Era una atención prioritaria dentro de la programación
cultural y el planeamiento educativo. El gobierno no solo se empeñó en
restituirle históricamente el rango de universidad primada, sino que la edificó como recinto,
dotándola tanto de un conjunto de modernos edificios como de buenos recursos
didácticos. Bajo la orientación del educador Julio Ortega Frier la universidad
alcanzó una reorganización académica notable, aunque no escapó de la
manipulación trujillizante. Una asociación de estudiantes universitarios (ANEU),
surgida en 1928, fue convertida para los años 1940 en una Guardia
Universitaria: un cuerpo militarizado que debía pertenecer todo estudiante que
ingresara al recinto.
La universidad le otorgó a Trujillo el doctorado en honoris causa, aparte de que poseía el nombramiento de catedrático en economía, el cual nunca ejerció. Con su impulso o desarrollo, la Universidad de Santo Domingo era una institución que tenía "ritmo seminario conventual" y donde la enseñanza estaba "anquilosada por la mordaza política que impedía toda discusión de temas que pudieran despertar inquietudes".
La universidad le otorgó a Trujillo el doctorado en honoris causa, aparte de que poseía el nombramiento de catedrático en economía, el cual nunca ejerció. Con su impulso o desarrollo, la Universidad de Santo Domingo era una institución que tenía "ritmo seminario conventual" y donde la enseñanza estaba "anquilosada por la mordaza política que impedía toda discusión de temas que pudieran despertar inquietudes".
El gobierno de Trujillo se
convirtió en un auspiciador cultural al buscar a través del fomento de los
diversos medios socioculturales en una adecuación trujillizante. Aparte del
medio educativo, el trujillismo ideológico se valió de la iglesia, a la cual
manipulaba mediante el patrocinio de edificaciones eclesiásticas y del respaldo
que le dio a la clerecía trayendo misiones de religiosos extranjeros con las
cuales reforzaba el catolicismo dominicano, la dominicanización de la frontera y la hispanidad, ya que los misioneros, en su
gran mayoría, procedían de España. Lo religioso quedo al solidificar el culto a
Trujillo, amén de que el laicismo escolar introducido por Hostos fue sustituido
por la obligatoriedad de la catequización en el sistema educativo. Puede
señalarse que la manipulación trujillista tendió a estrechar "los
elementos religiosos y políticos hasta la confusión", y que representantes
eclesiásticos se subordinaron al rejuego político del régimen, hasta que fueron
surgiendo las discrepancias que enfrentaron la función pastoral de la iglesia y los requerimientos
cada vez más exigentes del Estado. Pero esta discrepancia hay que entenderla en
el cauce de la crisis que en los últimos años fue socavando
aceleradamente al trujillismo.
La situación se tornó mucho más
delicada para la tiranía cuando el clero cambió su oposición a partir de la
llegada del nuevo Nuncio Papal, Arzobispo Lino Sanani, quien se había destacado
en Argentina por su lucha contra el régimen de Domingo Perón. La iglesia enfrentó la tiranía el 31 de enero con
una famosa pastoral, leída en todos los templos en que se manifestaba su
oposición a las represiones políticas y el rompimiento de la alianza que habían
mantenido con el tirano.
El dictador reaccionó airado, Trujillo profirió insultos en contra de los religiosos y organizó turbas que se dieron la tarea de agredir verbal y hasta físicamente a los sacerdotes y a templos religiosos.
En el año que Trujillo asciende
al poder uso los medios de comunicación existentes para difundir su poder por
medios eficaces como lo fue la radio la prensa escrita, la televisión, etc. como medio de comunicación la prensa estaba
en poder directo del Estado y era un mecanismo efectivo de propaganda que
enaltecía el personalismo de Trujillo. A través del periodismo se trazaban pautas, se lanzaban consignas y toda información era ajustada cuidadosamente al programa
ideológico trujillista. Los tres periódicos de circulación nacional eran El
Listín, La Información y La opinión. Pero también la prensa escrita asumía una
política requisitoria frente a los ciudadanos vistos como desleales y
funcionarios caídos en desgracia frente al régimen, o se cerraba todo tipo de
información que pusiera en entredicho al Estado.
Como los periódicos, parecida era la función radial introducida antes de la Era y cuyos programas asumían mucho mejor la ofensiva propagandista y doctrinera. En la radio la música laudatoria era constante y como la danza era Gloriosa y los merengues Salve San Cristóbal y déjenlos que lleguen hablaban del tirano, de sus logros como estadista y de su ideología política.
La era de Trujillo constituye un
periodo de caracteres económicos y políticos, implantando 30 años de violencia y sangre en nuestro país. Supo manejar todos los
puntos cardinales de nuestro país y administrar todas las empresas del Estado.
De Trujillo podemos decir que era
una hombre ambicioso, sin escrúpulos ni sentimientos que solo buscaba su bien
particular a costa del pueblo que gobernó con puño de hierro.
Podemos concluir diciendo que la Era de Trujillo es como una cicatriz que vivirá por siempre en el recuerdo de todos lo dominicanos aun en los que no la vivieron porque su herida fue tan profunda que en las generaciones venideras seguirá presente, el recuerdo de Trujillo es historia que debemos de conocer y nunca olvidar.
"Después de muchos años de desgracia, terminada la fatalidad y el desorden, es tiempo de que pensemos mejor y de que busquemos hacer la felicidad del pueblo dominicano por medio de la Rectitud, la Libertad y el Trabajo".
Rafael Leónidas Trujillo. San Cristóbal
(1891-1961). Militar y político, nacido el 24 de octubre sus padres José
Trujillo Valdés (comerciante) y Altagracia Molina. Desde pequeño en Trujillo se
revelaron cualidades de un hombre de carácter fuerte y dominante, aficionado a
los trabajos de carpintería y le gustaban muchos los caballos. Su educación fue
irregular y bastante limitada, a los 16 años trabajó de telegrafista en Baní y
Santo Domingo. En 1913 se casó con Aminta Ledesma una campesina de San
Cristóbal, la familia no tomó buen agrado al casamiento pues
Trujillo no tenía reputación de buenas moral.
La participación de Trujillo en asuntos públicos empieza en este período de su vida autodenominándose "horacista", se vinculó a los partidarios de Horacio Vázquez oportunidad que aprovecho para dar rienda suelta a sus ambiciones.
Varias veces presidente de la República Dominicana gobernó el país directamente o través de hombres de confianza. Coartó las libertades y toda oposición política. Murió asesinado el 30 de noviembre de 1961 en la avenida George Washington cuando éste se dirigía hacia San Cristóbal.
La participación de Trujillo en asuntos públicos empieza en este período de su vida autodenominándose "horacista", se vinculó a los partidarios de Horacio Vázquez oportunidad que aprovecho para dar rienda suelta a sus ambiciones.
Varias veces presidente de la República Dominicana gobernó el país directamente o través de hombres de confianza. Coartó las libertades y toda oposición política. Murió asesinado el 30 de noviembre de 1961 en la avenida George Washington cuando éste se dirigía hacia San Cristóbal.
VISTA DE LA DICTADURA DE TRUJILLO SEGÚN FRANK MOYA
PONS
Algunos escritores han afirmado que la celebración de la Feria de la Paz
en 1955 detonó el inicio de la crisis que contribuyó a poner fin al régimen de
Trujillo, debido a que esa importante inversión se hizo en un sector no
reproductivo. En realidad, la crisis final del régimen no la produjo la
construcción de la Feria de la Paz, aunque la satisfacción de ese gusto haya
impedido que esos recursos fueran utilizados en inversiones más reproductivas.
Si se observan los indicadores económicos, la conclusión obligada
es que la economía dominicana continuó produciendo un alto excedente de
recursos financieros. Esos recursos fueron utilizados por el gobierno para
continuar su plan de industrialización y su programa de obras públicas y, desde
luego, para acrecentar la fortuna del dictador y enriquecer aún más a su
familia y a la élite que lo rodeaba. Lo que realmente produjo la crisis
fue el colapso del sector externo cuyo inicio coincide justamente con la
inauguración de la Feria de la Paz en 1955, pero que tardó tres años en hacerse
evidente.
Este colapso coincidió con una crisis política internacional que por sus
repercusiones terminó agravando las condiciones del sector externo y afectó el
sistema político dominicano en el plano interno. Hasta entonces el país
había gozado de una situación cambiaria envidiable. Había libre
convertibilidad, había libre flujo de importaciones y exportaciones, y no había
restricciones cambiarias de ningún tipo.
El tipo de cambio reflejaba una solidez real basada en la existencia de
reservas internacionales cada vez mayores, acumuladas, como hemos dicho,
gracias al crecimiento del volumen y el valor de las exportaciones. Pero
ahora, con las extraordinarias salidas de capital provocadas por los pagos de
las empresas extranjeras nacionalizadas, por los gigantescos gastos en la
compra de armas, y por una enorme fuga de capitales que se inició luego de las
expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo, el gobierno, de común acuerdo
con el FMI, se vio obligado a establecer restricciones cambiarias y el control
de las importaciones.
Para tener una idea del volumen de la salida de capitales, baste
mencionar que las cuentas de la balanza de pagos registran, entre 1960 y 1961,
una partida de 82 millones de dólares que salen del país como "capítulos
no registrados" o como "errores u omisiones". Más adelante se
constató que esos fueron dólares del sistema bancario otorgados a los
familiares y allegados de Trujillo cuando el régimen se derrumbaba.
La crisis de la balanza de pagos era seria pero no grave. De acuerdo con
los cálculos realizados por las autoridades económicas dominicanas y el FMI, el
acuerdo stand-by convenido por un año era suficiente para equilibrar la
economía. Se esperaba que los precios del azúcar subieran, como en efecto
lo hicieron, y se esperaba que, al controlar la salida de capitales y
restringir las exportaciones, la República Dominicana podría exhibir un
superávit cambiario de unos 30 mil
Los de dólares a finales de 1960,
en contraste con el déficit de 28 millones con que cerró en 1959.
Ahora bien, lo que nadie esperaba era que Trujillo intentaría asesinar
al presidente de Venezuela Rómulo Betancourt el 24 de junio de 1960 y que, a
consecuencia de este hecho, la Organización de Estados Americanos (OEA)
impondría al país severas sanciones políticas y económicas. Esas sanciones
produjeron un estado generalizado de desabastecimiento, una dramática escasez
de gasolina, lubricantes y combustibles, y un grave deterioro de la calidad de
vida de los dominicanos.
Todo ello aceleró la inestabilidad política interna pues estimuló varias
conspiraciones para derrocar a Trujillo. Esas conspiraciones fueron rápidamente
descubiertas y a partir de entonces el gobierno acentuó brutalmente la
represión policial, el espionaje y sus sangrientos métodos de control. La
ironía de esa crisis fue que a pesar del enorme desabastecimiento y las
privaciones que sufrió la población a causa de las sanciones, la caída en el consumo
contribuyó a la recuperación del equilibrio de la balanza de pagos a finales de
1960.
Por ello el gobierno no tuvo necesidad de utilizar toda la línea de
crédito de los 11.25 millones otorgados en virtud del acuerdo
stand-by. Con todo, las sanciones y las restricciones previstas en el
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional ejercieron un impacto negativo
sobre el resto de la economía, pues la producción industrial disminuyó
sustancialmente.
El turismo, entonces escaso, también disminuyó. Decreció el número de
barcos que entraron al país con mercancías. Los permisos de construcción se
redujeron en más de la mitad, aunque la producción de cemento creció para dar
continuidad a la terminación de la autopista Duarte y para la exportación.
Un excelente indicador de la depresión económica que sufrió el país
durante el peor año de la crisis (1961) es el consumo de cerveza, bebida
popular por excelencia, cuya producción disminuyó en más de 25 por ciento. Algo
similar ocurrió con otros productos industriales.
En general, el ingreso nacional per cápita a precios constantes,
calculado con base en 1967, disminuyó en más de un tercio al descender el
producto interno bruto y al verse obligado el gobierno a establecer numerosos
impuestos al consumo interno en un desesperado esfuerzo por reunir fondos con
que hacer frente a sus gastos de defensa. Esos impuestos fueron
contabilizados en un llamado Fondo para la Defensa Nacional, pero más que para
dotar de recursos sustanciales al gobierno sólo sirvieron para irritar
políticamente a la población por el encarecimiento sustancial del costo de la
vida.
Al morir Trujillo a mediados de 1961, en medio del peor año de la
crisis, la población estaba abrumada por los altos precios y la escasez de
manufacturas importadas. La caída de la producción había obligado a muchas
industrias al despido masivo y la situación se tornaba por ello sumamente
explosiva. Cuando Trujillo fue asesinado, hacía ya meses que existía en el país
un estado de notoria agitación política, caracterizado por un movimiento de
resistencia en contra del gobierno.
Ese movimiento era encabezado por miembros de la Iglesia Católica, y
núcleos de profesionales de clase media a quienes el régimen persiguió,
encarceló, torturó o asesinó sin piedad en el curso de esos dos años.
La crisis se manifestaba visiblemente en el deterioro de calles y
carreteras, en la falta de pintura de viviendas privadas y edificios públicos,
en el desgaste de la ropa y del calzado de los dominicanos y, sobre todo, en un
profundo pesimismo que se apoderó de los espíritus a medida que el gobierno se
hacía más tiránico y represivo y las cárceles se llenaban de presos políticos.
Como se ve, la crisis no fue solamente política, también fue financiera,
económica y, sobre todo, social pues para entonces gran parte de la población
dominicana se sentía sofocada por el régimen y aspiraba al derrocamiento de la
dictadura.
Aun cuando hemos dejado sin mencionar muchos detalles, ese era el
contexto general de la crisis final del régimen. Este cuadro sirvió de
escenario a los conspiradores que buscaban poner fin a la dictadura eliminando
físicamente a Trujillo, lo cual ocurrió el 30 de mayo de 1961.
Monumento que simboliza el fin de la dictadura de Trujillo, en el lugar
en que el dictador fue ajusticiado
Las extraordinarias salidas de capital provocadas por los pagos de
las empresas extranjeras nacionalizadas, por los gigantescos
gastos en la compra de armas, y por una enorme fuga de capitales que
se inició luego de las expediciones de Constanza, Maimón y Estero
Hondo, el gobierno, se vio obligado a establecer restricciones
cambiarias. Lo que nadie esperaba era que Trujillo intentaría
asesinar al presidente de Venezuela Rómulo Betancourt, el 24 de
junio de 1960. De Frank Moya Pons
ANÁLISIS DE LA ERA DE TRUJILLO JOSÉ R. CORDERO MICHEL
Este informe que presenta Cordero Michel, sobre la era de
Trujillo, es una publicación del año 1959, dos años antes de que callera el
régimen de terror y opresión que marcó a la República Dominicana desde 1930
hasta 1961. Dicho documento está dividido en tres partes, a saber:
~
Primera parte: Situación
política. En la que se nos hace un esbozo del fundamento tanto constitucional
como jerárquico y organizacional del régimen trujillista.
~
Segunda parte: Situación
Económica. Se nos presenta el panorama económico durante la tiranía, haciendo
un análisis sistemático de las principales fuentes de producción de la
República Dominicana en aquél entonces, como también de la desigual repartición
de la economía
~
Tercera parte: Situación
Cultural. Se hace en esta última parte un análisis de las estructuras del
sistema de enseñanza, dejando entre ver las debilidades y fortalezas del mismo
de una manera objetiva y analítica
Para una mejor análisis utilizaré el mismo orden que propone
el autor, para presentar mi esquema.
SITUACIÓN POLÍTICA
Cordero Michel inicia con una cita de la constitución de la
República Dominicana de 1955, el estado dominicano es, “civil, republicano,
democrático y representativo”, lo hace con el propósito de comparar el artículo
2 de la carta magna, con la situación política que vive el país. “No hay allí
separación de poderes ni nada parecido. La centralización es total”, nos dirá
Cordero aprovechando una cita de Pericles Franco. No existen las libertades
políticas e individuales, todo es una farsa montada por el régimen trujillista,
para manipular a como dé lugar, los destinos de un país, que según algunos
críticos de la época, no era más que la propiedad privada de la familia de
Trujillo.
El autor, después de hacer una pequeña explicación que
muestra los antecedentes que fueron preparando los cimientos para que una
dictadura como la de Trujillo tuviera lugar, explica los principales métodos
utilizados por el régimen para enfocar correctamente todo el poder en derredor
de su persona. Estos métodos y técnicas fueron: El terror y la vigilancia policíaca: llevados a cabo a
través de la Policía Nacional, el Ejército, el Servicio de Inteligencia Militar
(SIM), el Partido Dominicano y diversas organizaciones paramilitares. “La
organización es vertical, todos estos cuerpos son coordinados por la oficina
personal del dictador”, plantea Cordero. La propaganda política: “la prensa, la
radio y la televisión, repiten sin cesar hasta el paroxismo los mismos slogans
que penetran en todos los rincones del país”. Se destaca también la
participación de la Iglesia Católica, como organismo totalmente identificado
con la dictadura. Los principales medios impresos del país pertenecían todos al
régimen: La Nación, enfocado a los intelectuales, El Caribe, para el consumo de
la clase media, y La Información, dirigido a fortalecer el regionalismo de la
parte norte del país. Existen también
sindicatos, organizaciones juveniles y estudiantiles, organizaciones
religiosas, en especial los jesuitas, que sirven como estrategias de propaganda
y control político del régimen.
SITUACIÓN ECONÓMICA
Cordero destaca, que “en un país donde el 76.2% de la
población vive en áreas rurales y el 65.1% de la población depende de las
labores agrícolas para su subsistencia”, el régimen agrario, significa para el
país, la estructura central de su economía. Dicha producción agrícola depende
esencialmente de la producción de cuatro productos para la exportación, que
son: azúcar, café, cacao y tabaco. Dichos renglones representan para el país,
en la era de Trujillo, más del 85% del total de las exportaciones dominicanas.
Sin embargo, los responsables últimos de que dicha economía funcione, o sea,
los campesinos, no reciben los ingresos económicos que les garanticen los
medios indispensables para vivir decentemente, por lo que se ven obligados,
plantea Cordero, a ejercer otro oficio o a “vender la fuerza de su trabajo
durante la época muerta, con el fin de cubrir sus necesidades vitales”. El
documento nos habla de una cuádruple explotación a la que son sometidos los
campesinos.
1. La renta de la tierra
pagada al propietario
2.
Los impuestos municipales y del estado
3.
El monopolio que obliga a que
los campesinos vendan sus productos a precios más bajos
4. Préstamos como “venta a la flor” sobre las futuras cosechas y
el cobro de altos intereses
En otras palabras, la
economía del régimen, sus lujos y despilfarros, los altos sueldos pagados a sus
más altos cabecillas, las grandes casas y mansiones de los allegados a
Trujillo, en especial sus familiares, estuvieron cimentados en la explotación
de una clase social que por su situación económica, política y cultural, sin
voz aunque tal vez con voto, no podían reclamar o exigir sus propios derechos,
ya que el régimen se encargaba de silenciar cualquier voz de reclamo o de
protesta en contra de sus planes.
SITUACIÓN CULTURAL
Cordero reconoce, en
primer lugar, que la educación ha sido muy expandida durante la era de
Trujillo, destacando por ejemplo, que “en 1936 sólo el 20% de la población era
alfabeta, y que ya para 1956 el 60% de la población sabía leer y escribir”,
aunque no se les permitiera pensar, agregaría yo. La educación dominicana en la
era de Trujillo, como actualmente, contaba con distintas fases:
~
La educación primaria, donde se iniciaba a los
niños a las prácticas religiosas y se les enseñaba a identificar a los “grande
personajes históricos, tales como el Generalísimo Trujillo, Duarte…”, según
Armando Oscar Pacheco. El libro básico de lectura era “la Cartilla Trujillo de
Educación”.
~
La educación secundaria, que
es ofrecida en los Liceos de Enseñanza secundaria, durante un período de 4
años. La calidad del profesorado en ese nivel, como los otros, es muy pobre. El
bajo salario de los profesores, promueve un mercado negro de exámenes finales,
provocando de esta forma, que muchos individuos lleguen a obtener el título de
bachiller aún sin tener los conocimientos básicos y necesarios.
~
La educación superior. Para la
época de Trujillo, existía sólo una universidad, La Universidad de Santo
Domingo. La calidad de la enseñanza universitaria, es muy pobre, señala
Cordero, con excepción de las facultades de medicina y odontología. El cuerpo
de profesores es mediocre y “constituye un privilegio político el ser profesor
de la universidad, ya que todo el personal docente está ligado a los intereses
de la dictadura”. Opina Jesús Galíndez, quien fue profesor de la Universidad de
Santo Domingo: “En la República Dominicana su Universidad tiene ritmo de
seminario conventual la enseñanza misma está anquilosada por la mordaza
política que impide toda discusión de temas que pudieran despertar inquietudes;
la universidad es simplemente una maquinaria para otorgar títulos
profesionales”.
CONCLUSIÓN
Cordero Michel, después de un análisis exhaustivo, que aunque escueto, es bastante certero y puntual en los diversos puntos referentes a la Era de Trujillo, llega a diversas conclusiones, yo recojo las más importantes para luego hacer mi propia conclusión.
ü Trujillo se ha convertido en el mayor capitalista y
latifundista de todo el país, ejerciendo un control ilimitado sobre la economía
nacional
ü La situación económica del país tenderá a agravarse al
agudizarse el peligro del monocultivo de la caña de azúcar
ü Es necesario una reforma agraria. La realización más importante de la “era de Trujillo”
ha sido el crecimiento industrial de los últimos años
ü La educación ha progresado mucho durante los últimos 20 años.
Sin embargo, el nivel cualitativo de esta educación es muy bajo
Muchas veces he escuchado
a algunas personas mayores decir: “cuando Trujillo eso no pasaba”, haciendo
éstos referencias al crimen de la actualidad, abusos de poder, entre otras
cosas. Parece innegable el hecho de que la tiranía trujillista, que dominó
todas las esferas del país por más de treinta años, sirvió como la catapulta
que necesitaba la República Dominicana para insertarse en lo que nosotros ahora
llamamos un “estado moderno”, sin embargo, ¿es del todo correcto hacer
semejante aseveración? Nos preguntamos, ¿Cuál es el precio de la dignidad
humana? ¿Cuánto vale mantener aniquilado, callado o domado a una persona, a un
pueblo o a una nación? Pues parece ser que treinta y un años de opresión,
humillación, asesinatos y violaciones de todos los derechos humanos no son
suficientes, para que entendamos que los pueblos que desconocen su historia
están obligados a repetirla.
La República Dominicana vive actualmente un período de democracia representativa, que aunque con sus altas y bajas, reconoce la opinión libre del pueblo y permite que dentro de la dinámica de la libre expresión, los intelectuales y los no tan intelectuales, critiquen el sistema y comuniquen todo aquello que piensan y consideran, sin embargo, conformarse con estos pequeños pasos, que mucho han costado dar, es volver a repetir la historia aunque desde otro esquema y otra visión. No debemos de conformarnos, debemos seguir exigiendo un estado puro y transparente, una democracia diáfana y fiel a sus mismos principios, para continuar con el proceso de construir el país que queremos, un país donde no se vuelva a asomar tiranías caudillistas ni regímenes de terror.
La República Dominicana vive actualmente un período de democracia representativa, que aunque con sus altas y bajas, reconoce la opinión libre del pueblo y permite que dentro de la dinámica de la libre expresión, los intelectuales y los no tan intelectuales, critiquen el sistema y comuniquen todo aquello que piensan y consideran, sin embargo, conformarse con estos pequeños pasos, que mucho han costado dar, es volver a repetir la historia aunque desde otro esquema y otra visión. No debemos de conformarnos, debemos seguir exigiendo un estado puro y transparente, una democracia diáfana y fiel a sus mismos principios, para continuar con el proceso de construir el país que queremos, un país donde no se vuelva a asomar tiranías caudillistas ni regímenes de terror.
Peguero, Valentina; De Los
Santos, Danilo: Vision General De Historia Dominicana. Impreso en Rep. Dom.
Editora Corripio 1983.
Martinez Almanzar, Juan Fco: Manual De Historia Critica Dominicana. Impreso en la Rep. Dom. Centro de Adiestramiento de Investigación Social (CASI) 1996.
Martinez Almanzar, Juan Fco: Manual De Historia Critica Dominicana. Impreso en la Rep. Dom. Centro de Adiestramiento de Investigación Social (CASI) 1996.
Análisis
de Frank Moya Pons. Tomado de la sección
Lectura: historia y memoria por Frank Moya Pons, del periódico Diario Libre, 28
de agosto del 2010).
Análisis
de José Cordero Michel, La Era de Trujillo.